A lo largo de la vida, vamos desarrollando y moldeando nuestra personalidad, forjando nuestro carácter. En este curioso proceso, el entorno social influye, como la familia, la pareja y los amigos. Sin embargo, a veces podemos encontrar problemáticas o temas difíciles de afrontar, como el proceso de crecer y el sentimiento desbordante de nostalgia por la juventud perdida. Es comprensible querer volver a esa época considerada como la flor de la juventud y vitalidad.
A pesar de las circunstancias que esto implica, es crucial enfrentar la realidad para mantener nuestra salud mental y alcanzar la madurez cognitiva. La madurez no se limita solo a la estructura física de los seres humanos; sino también a la influencia que tienen los factores cognitivos. Estos nos ayudan a abrirnos paso en el mundo y expandir nuestro conocimiento, permitiéndonos desenvolvernos y adaptarnos de manera más eficiente a las adversidades de nuestro entorno.
Ser un adulto funcional va más allá de cumplir con las responsabilidades cotidianas y enfrentarse al entorno laboral. Se trata de desarrollar habilidades tanto emocionales, sociales y prácticas para poder asumir de manera exitosa lo que significa la vida adulta, sin dejar de lado el bienestar propio y las aspiraciones personales. Algunas características que un adulto debe tener en cuenta son:
La escasez en la capacidad de desarrollo en la madurez cognitiva puede desencadenar consecuencias significativas, limitando drásticamente a la persona ante las pruebas de la vida adulta. Esto no solo reduce su autonomía, sino que también la deja vulnerable frente a la sociedad y al ámbito laboral, con todas las problemáticas adicionales que esto puede causar. Esta limitación podría disminuir en gran medida el potencial y el bienestar hacia la adultez, incluso llegando a un “síndrome de Peter Pan”.
Aunque no es reconocido oficialmente como una enfermedad, representa una dificultad significativa para los adultos. Aunque físicamente puedan aparentar edad madura, internamente son personas emocionalmente inmaduras, con miedo constante a crecer y tendencia a comportarse como niños o adolescentes. Algunos de sus rasgos característicos son:
El proceso de desarrollo y moldeamiento personal a lo largo de la vida está influenciado por factores ambientales, sociales y culturales. Aunque es natural preocuparse por el hecho de crecer, es importante enfrentar la realidad para mantener nuestra salud mental y llegar a alcanzar la madurez cognitiva. Al enfrentar los desafíos de la realidad adulta, asumimos responsabilidades y experimentamos un crecimiento tanto cognitivo como emocional. Este proceso nos permite adaptarnos y prosperar en nuestro ciclo vital.
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