Habla ahora con nuestro equipo, sin esperas ni compromiso. Permítenos ayudarte a afrontar de manera más positiva y eficaz los retos del día a día.
“A los campeones se nos caracteriza por saber gestionar la presión en momentos difíciles y no fallar por ello.” Samuel Sánchez.
Amateur o profesional, ¿qué es para ti la presión deportiva? Presión por el éxito, por llevarse una medalla, por cumplir, por dar la talla, hacer lo que se espera…
Quizás podríamos incluso ampliar el término a PRESIÓN SOCIAL, en general. Aquella que sentimos desde varios de nuestros roles, por el hecho de mantener una imagen que hemos ido forjando y que ahora no podemos desprendernos. ¿En cuántos compromisos estás inmers@? ¿Qué etiquetas te has ido ganando a lo largo del tiempo? ¿Qué precio tiene mantenerlas?
¿Cuáles son los efectos de la presión deportiva a largo plazo?
La fuerte presión que sienten muchos atletas, cuando no se trabaja psicológicamente, se canaliza o se frena a tiempo, acabará desembocando en el conocido burnout y consecuente dropout (abandono). Por ello trabajar desde el deporte base y de iniciación, y sobretodo con aquellos niños que están en las puertas de la élite, para manejar la presión y prevenir el burnout debe ser un punto clave en todo programa de entrenamiento.
Si pensamos en un joven atleta que debe compaginar largas y duras horas de entreno con sus estudios (que a veces también deben dejar de lado), abandonando parte de su infancia o juventud, podemos darnos cuenta de la presión que debe suponer ese estilo de vida, vemos comprensible que requiera un psicólogo deportivo, que al cabo de un tiempo quizás necesite desconectar e incluso decida dejar tempranamente de competir.
Pero si pensamos en el deporte base, niños que supuestamente practican deporte y compiten sólo por diversión… O si pensamos en el deporte amateur, adultos que entrenan y compiten como hobby, muy lejos de la élite o de vivir de esa práctica, quizás nos cueste más comprender de dónde viene la presión o la minusvaloremos.
Son muchas las razones para sentir esa presión, la autoimpuesta, que la sentimos por querer superarnos, por sentirnos válidos y mostrar al mundo que también valemos, que somos más fuertes o mejores que…. Por impresionar a nuestra familia, amigos o pareja. La que sentimos por querer llevar mil cosas a la vez, por llenar nuestras vidas con un pedacito de varias cosas que nos aportan felicidad. Por el esfuerzo y recursos invertidos, etc.
Presión que finalmente pesa y quema cuando todo lo focalizamos en un resultado, en una prueba, en una marca. Lo que parece lógico y necesario, enfocarnos en una meta que nos motiva, puede volverse contra nosotros. ¿Dónde debemos apuntar, entonces?
Una vez más, formular un buen objetivo es una tarea que requiere tiempo y conciencia, pero no solo eso, sino que una vez lo tenemos, la fuerza debe recaer en un o unos buenos “objetivos de proceso”, es decir, aquellos que me aseguran que el objetivo depende de mí, aquellos que me indican concretamente qué debo hacer y cómo, que me indican si voy por el buen camino o como corregirlo. Fijarse en el proceso nos permite disfrutar del camino a la ansiada competición a la que estamos apuntados, minimizando emociones negativas.
Pero lo más importante, poder expresar, adaptarnos a las circunstancias y saber dejar ir, predisponiéndonos al cambio y enfrentándonos al temido “qué dirán”. Preguntémonos qué necesitamos en cada momento, para nosotros, permitiéndonos abandonar nuestras máscaras.
Queremos ayudarte a recuperar tu sonrisa. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor qué la provoca:
Habla ahora con nuestro equipo, sin esperas ni compromiso. Permítenos ayudarte a afrontar de manera más positiva y eficaz los retos del día a día.
< Siguiente
Técnicas y herramientas para conseguir empleoAnterior >
Qué es la distimiaSuscríbete a las Noticias de Psonríe
Puedes seleccionar que tipo de noticias quieres recibir