La resiliencia en el deporte

El 8 de agosto de 2021 se llevó a cabo en la ciudad de Tokio, la ceremonia de clausura de la edición 32 de los juegos olímpicos, la cual estuvo fuertemente marcada por la actual situación de salud pública a nivel mundial y los recientes y extendidos períodos de cuarentena. Este fue un evento en el que se pudieron evidenciar diferentes facetas de la resiliencia en el deporte y su importancia en el mismo a nivel individual y grupal.

Se debe recordar que la resiliencia es la capacidad que tiene un individuo de sobreponerse de forma saludable ante un período adverso o acontecimiento disruptivo, y que le permite lograr exitosamente un proceso de adaptación positiva. Debido a la naturaleza de exigencia y constante búsqueda de logro de la práctica deportiva, los atletas suelen pasar por periodos de continua presión a lo largo de sus carreras, siendo la resiliencia un elemento clave para superar dichas adversidades y mantener un buen nivel de desempeño. 

Los atletas que llegaron a la villa olímpica pasaron por poco más de un año de constantes periodos de cuarentena, en lo que tuvieron que adaptarse a métodos de entrenamiento limitados, afrontando la misma carga emocional que todos compartimos de la inminente presencia de la muerte representada por el COVID-19. A esto se le suman todas las cargas intrínsecas que implica ser un deportista olímpico, como el estar representando al país, las expectativas de amigos y familiares e incluso el deseo de obtener una remuneración económica. 

De acuerdo con el modelo de resiliencia individual en el deporte propuesto por David Fletcher y Mustafa Sarkar, los factores estresantes pasan un proceso de evaluación metacognitiva en el que se ven envueltos cinco factores psicológicos: personalidad positiva, motivación, confianza, concentración, y apoyo social percibido. Trayendo esto a un nivel práctico, al enfrentarse a una situación adversa, un deportista debe pensar no solo en el problema, sino también en la forma en cómo está abordando dicho problema. Esto se verá determinado por rasgos positivos de la personalidad (apertura a nuevas experiencias, escrupulosidad, innovación, extraversión, estabilidad emocional), su nivel de motivación frente a la meta, su confianza en sí mismo, su nivel de concentración en el momento y por último el apoyo que sienta de sus grupos primarios y secundarios, como equipo de trabajo y familia. 

A nivel grupal, los deportistas olímpicos enfrentaron un reto aun más grande, ya que la pandemia trajo consigo un aislamiento frente a los grupos secundarios, que en este caso fueron los compañeros de equipo. Esto implica que los procesos de adaptación fueron mayores, exigiendo una mayor tolerancia a la frustración debido a las limitadas posibilidades de entrenamiento frente a las necesidades. Otro aspecto importante es que al momento de llegar al torneo, los deportistas podrían tener niveles más altos de ansiedad debido a la sensación de falta de preparación.

Sin embargo, de acuerdo al modelo de resiliencia grupal propuesto por Paul B. C. Morgan junto a Fletcher y Sarkar, los deportistas de equipo tendrían una ventaja, y es que estos se pueden apoyar mutuamente. Según estos autores, la resiliencia de grupo se ve determinada por 4 dimensiones: estructura de grupo, enfoques de dominio, capital social y eficacia colectiva. De acuerdo con esto, el éxito de un equipo deportivo frente a un evento adverso lo define la configuración del equipo, las metas que se han trazado en conjunto, la definición de roles y la percepción de eficacia de unos miembros del equipo frente a otros.

En conclusión, la resiliencia es un elemento clave en el éxito deportivo de cualquier atleta, y más si es de alto rendimiento, sin importar si su disciplina es individual o grupal, ya que esta le permite funcionar de manera óptima. Las olimpiadas de Tokio 2020 (celebradas en 2021) fueron un evento cumbre en tema de resiliencia, no solo deportiva, sino a nivel general, ya que representa la capacidad de sobreponerse de la humanidad ante la fatídica pandemia del COVID-19.