El vértigo, una vía de escape

Ansiedad

El vértigo, una vía de escape

En la mayoría de los casos el vértigo está asociado a una causa anatómica, al menos un tercio de los casos sintomáticos que asisten a consulta tienen una raíz psicológica. ¿Que hay que hacer en estos casos?

Psonríe Autor: Psonríe

El vértigo, a menudo descrito como mareo subjetivo, es la sensación giratoria y de pérdida de equilibrio que sienten algunas personas por razones físicas o psicológicas. Las personas que sufren de vértigo lo describen como estar a bordo de un barco en altamar. Genera nauseas, no ser capaz de estar en pie, sensación giratoria estando inmóvil y, en estadios más graves, puede considerarse una razón de incapacidad laboral.

Aunque en la mayoría de los casos el vértigo está asociado a una causa anatómica, al menos un tercio de los casos sintomáticos que asisten a consulta tienen una raíz psicológica.

Entonces, podemos decir que existen dos vertientes del trastorno:

  1. Vértigo Orgánico: de carácter crónico. Producido a daños en el oído interno responsable del control del equilibrio o por deformaciones en el tronco encefálico u cerebelo. Puede ser un efecto secundario de ciertos medicamentos, laberintitis, lesión por traumatismo craneal, convulsiones, arteriosclerosis múltiple, entre otros.
     
  2. Vértigo Emocional: no tiene carácter crónico. Tiene raíces psicológicas y está relacionado a circunstancias específicas que producen el ataque: luces intermitentes, pisos con parámetros geométricos, exposición a situaciones altamente estresantes, ansiedad, miedo, ataques de pánico, síndrome de persecución, maltrato, etc.

Lo complicado del segundo tipo es que, por su carácter sorpresivo, causa incapacidad perenne del paciente por el miedo a exponerse a situaciones que lo puedan activar. Presenciar actos de violencia o agresividad, ser objeto de bullying o maltrato, estar sujeto a exigencias -emocionales, físicas, sexuales o laborales- que el paciente cree no poder satisfacer son algunos de los disparadores de altos niveles de ansiedad que conllevan a la mente a utilizar los síntomas del vértigo como mecanismo de protección ante la circunstancia. El paciente se desconecta y evita confrontar la situación.

A esto le podemos llamar “ataques repentinos de vértigo” y se presentan con diferentes niveles de intensidad, incluso en el mismo paciente. Podemos pasar de un sudor frío o sensación de baja de tensión hasta la imposibilidad de caminar por sí solos o con ayuda de alguien, vómitos, pérdida del apetito, etc.

Alfred Adler, fundador de la Escuela de Psicología Individual, consideraba que el miedo a caer representado mediante el mareo subjetivo estaba conectado con la falsa creencia de no cumplir con las expectativas, de no ser suficiente y “caer”. La duda mental que se crea en la mente del paciente lo inhabilita y se produce esta sintomatología para evitar enfrentarse a la situación que lo desencadena.

Las personas que padecen de vértigo emocional tienden a ser muy controladores y le temen profundamente a sentirse vulnerables frente a otros, ya sean pares, superiores o inferiores. El miedo a quedar expuesto como alguien “incapaz” los domina.

En este sentido, lo más apropiado es que, luego de descartar un asunto anatómico, se busque ayuda profesional para entender qué produce estos episodios y trabajar en las herramientas necesarias para tumbar las falsas creencias y aprender a controlar la respuesta instintiva de carácter psicológico.

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