Autor:
Psonríe
Ya han pasado más de dos meses de confinamiento debido al COVID-19 y son muchas las personas que presentan síntomas de ansiedad, insomnio y problemas de concentración.
El brote de Coronavirus ha sido en muchos casos, muy estresante. La ansiedad y el miedo son solo algunos de los síntomas que presentan muchas personas y dan origen a emociones fuertes y agobiantes que traen como consecuencia insomnio y falta de concentración.
La manera de responder ante esta pandemia depende en gran medida de los antecedentes de salud, del tipo de persona y muchas veces de la ciudad donde la persona reside.
Los adultos mayores con enfermedades graves, los niños y los adolescentes son muy vulnerables ante esta situación. Además, las personas que trabajan directamente en hospitales, clínicas, centros de salud y atención de emergencias, tienen un alto grado de ansiedad por el hecho de no querer contagiarse, de cuidarse por ellos y por sus familiares que los esperan en casa.
La preocupación por la salud propia y de familiares, los cambios de horario de la rutina diaria, los problemas para conciliar el sueño, el cambio en el horario de alimentación y la presencia de problemas de salud mental, son condiciones que descontrolan el organismo y generan mucho estrés.
Un punto importante a mencionar es que los medios de comunicación manejan la propagación de muchos rumores y colaboran en aumentar el estrés de muchas personas.
Si un individuo tiene algún problema mental, no debe dejar por ningún motivo su tratamiento y prestar especial atención a nuevos síntomas que puedan aparecer o a la intensificación de los síntomas existentes. Además, el suministro de sus medicamentos es una gran preocupación que les proporciona un estado de ansiedad muy elevado.
Un problema común que ha generado el confinamiento es el insomnio, acompañado en algunos casos graves de taquicardia, ahogos y presión alta. Esta es una consecuencia natural de toda la situación que se vive a nivel mundial y que causa mucha preocupación.
La insistencia en noticias de todo tipo acerca del virus, muchas de ellas falsas, hace pensar de manera desmedida en el futuro. La crisis económica, no poder trabajar, una mala alimentación, son causantes de mucho miedo, temor, ansiedad o depresión, que alteran el ciclo de sueño de las personas. El estrés es capaz de hacer que el cerebro esté siempre activo y esto no permite a las personas descansar.
También, el cambio en las rutinas, adaptarse a trabajar desde casa (en algunos casos), la inseguridad laboral, el posible desabastecimiento de alimentos, medicinas, restricción de servicios y el aislamiento social, sumado a la preocupación de contagio de la enfermedad en el núcleo familiar, son una fuente que interrumpe de manera importante el sueño nocturno.
Al interrumpir el sueño, se ve afectada la salud del organismo, perturbando la concentración, el control de impulsos y la alteración del sistema inmune.
Aunque las personas disponen de una mayor cantidad de tiempo libre para realizar actividades de lectura, escritura o de estudiar cualquier tema por internet, muchas veces no pueden concentrarse en ninguna de esas actividades.
Declarar que la falta de atención de una persona se debe al aislamiento por el coronavirus, no es algo que se pueda saber con exactitud. Al parecer es un problema general.
Cuando se experimenta ansiedad es más difícil mantener la atención de algo. Son muchos los problemas de atención que pueden presentarse. Sin embargo, psicólogos señalan que la atención se puede entrenar. Al realizar actividades que necesiten de una atención permanente logramos tomar el control, es importante dejar de lado navegar por las redes sociales y el internet y respetar el tiempo de concentración que hemos escogido dándole mayor peso que al tiempo de ocio.
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