Resolución de conflictos: los dilemas del día a día

Escoger una determinada prenda de ropa, valorar la actividad de fin de semana más idónea, adoptar la mejor manera de confrontar un problema con nuestra pareja, elegir la carrea universitaria que queremos cursar o decidir si aceptamos o no un puesto de trabajo… A lo largo de nuestra vida nos encontramos con infinidad de situaciones que nos exigen una respuesta por nuestra parte para poder resolverlas o confrontarlas. 

Dependiendo de la relevancia que tenga la situación o el conflicto que se presenta ante nosotros, la elección de “la mejor respuesta” puede generarnos nerviosismo, inquietud o estrés, traduciéndose en una necesidad automática de huida en esta toma de decisiones. 
 

La Técnica de Solución de Problemas

En 1971, D’Zurrilla y Goldfired propusieron una técnica destinada a la mejora de las habilidades y competencias de las personas para solucionar sus problemas diarios. Su surgimiento en los años setenta se produce dentro de las técnicas cognitivas y enmarca en un modelo que parte de la idea de que los trastornos psicopatológicos que padecen las personas (depresión, ansiedad, problemas interpersonales, etc.) son consecuencia de conductas de afrontamiento que son ineficaces o desadaptativas. Por tanto, es posible aumentar la eficacia general de una persona entrenando en las aptitudes necesarias para enfrentar por sí misma distintos desafíos (Nezu y Nezu, 1991).

Pasos de la solución de problemas

Orientación del problema

El primer paso para afrontar de un modo adecuado nuestros problemas es genera una actitud positiva ante este. 

Una actitud negativa no ayuda a la resolución eficaz de la situación. Por ello, los objetivos principales que conforman esta fase son, en primer lugar, desarrollar una actitud facilitadora a la hora de resolver problemas y alentar hacia la flexibilidad. Es decir, aprender a identificar las situaciones problema cuando se presentan, evitando las culpabilizaciones destructivas. 

• Determinar las causas del problema de una forma objetiva. 
• Aceptación de los problemas como parte de la vida diaria y de nuestra propia capacidad para hacerles frente. 

Formulación y definición del problema

El objetivo fundamental de esta fase es evaluar el problema y establecer qué se quiere conseguir. 

Para ello, se debe buscar toda la información relacionada con el problema. 

• ¿Quién está implicado en el problema?
• ¿Desde cuándo sucede?
• ¿Dónde y cuándo comenzó?
• ¿Cómo se siente debido al problema?
• ¿Qué es lo que se pretende conseguir?

En esta fase se obtendrá información suficiente de tal manera que se puedan formular y fijar objetivos concretos y realistas a los que se quiere llegar para resolver el problema. 

Generación de alternativas

Generar el mayor número posible de alternativas para que sea más probable encontrar soluciones eficaces al problema o para conseguir las metas propuestas. 

Técnica de Brainstorming o Lluvia de ideas de Osborn (1963). 

1. Principio de cantidad. Cuanto mayor sea el número de alternativas generado, mayor posibilidad existe de que entre todas ellas se encuentre una solución eficaz para el problema. 
2. Principio de variedad. Cuanto más variadas sean las alternativas generadas, mayor posibilidad existe de que entre todas ellas se encuentre una solución eficaz para el problema. 
3. Principio de aplazamiento del juicio. Excluir la crítica: se aplaza la valoración de la adecuación de las alternativas generadas. 

Toma de decisiones

El objetivo de esta fase es el de elegir la o las alternativas más apropiadas. 

La alternativa o alternativas elegidas:

• Han de resolver el conflicto o situación-problema de la forma más adecuada posible. 
• Han de generar bienestar emocional. 
• Han de compensar adecuadamente la inversión de tiempo y esfuerzo que se realiza (relación tiempo/esfuerzo). 
• Han de proporcionar un adecuado bienestar general, personal y social. 

De cada una de las alternativas elegidas se deben especificar las consecuencias positivas y negativas de cada una de ellas en caso de ponerlas en marcha. La opción que finalmente se debe elegir (como la opción más válida) será aquella que maximice las consecuencias positivas y minimice las consecuencias negativas. 

VALORAR LAS CONSECUENCIAS

Puesta en práctica y verificación de los resultados

Para poder conocer si el problema se ha resuelto y si se han alcanzado los objetivos propuestos, se ha de hacer una valoración adecuada de los resultados obtenidos. 

En el caso de que no se haya solucionado el problema (valoración negativa del proceso), se tendrá que analizar y determinar las variables responsables de lo sucedido. 

Conclusiones

Como hemos podido reconocer, nuestro día a día puede plantearlos multitud de retos que requieren de una respuesta eficaz por nuestra parte. Huir de estas situaciones no solo no nos ayuda a resolver nuestros problemas, sino que puede generar también un sentimiento de incapacidad o invalidez personal, favoreciendo un estado de ánimo ansioso o incluso depresivo. Por lo tanto, asumir una actitud motivada y proactiva ante un determinado problema, y generar una adecuada estrategia en la valoración de las mejores opciones de afrontamiento, serán herramientas de gran ayuda para lograr nuestros objetivos y generar un sentimiento de orgullo y capacidad resolutiva en nosotros.