Psicopatía ¿Igual que en Hollywood?

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Psicopatía ¿Igual que en Hollywood?

Desde Norman Bates en 1960 hasta Joker en 2019, Hollywood ha usado la figura del psicópata como un molde para éxitos en la gran pantalla, con historias crudas y personajes que exploran la parte más oscura de la naturaleza humana.

Desde Norman Bates en 1960 hasta Joker en 2019, Hollywood ha usado la figura del psicópata como un molde para éxitos en la gran pantalla, con historias crudas y personajes que exploran la parte más oscura de la naturaleza humana. Pero, ¿qué tan acertadas son estas historias?, ¿realmente estos personajes representan la realidad? Para dar respuesta a estas preguntas, en este texto se presenta una breve revisión teórica de lo que es la psicopatía aterrizada sobre el cine hollywoodense.

La psicopatía ha sido explorada a través de la historia por más de 200 años, uno de sus primeros exponentes es Philippe Pinel a inicios del siglo XIX, quien se refirió a ella como "manía sin delirios", describiendo una conducta con tendencia a la violencia y clara alteración de las funciones afectivas, pero con las funciones intelectuales intactas. Este tema fue ampliamente estudiado en los años venideros, pero uno de sus mayores hitos a nivel investigativo es la publicación del libro The Mask of Sanity de Hervey M. Cleckley, en el que por medio de una serie de entrevistas a 13 pacientes de un centro reclusorio realizó una descripción de la personalidad psicopática.

Para Cleckley, el psicópata es un individuo lleno de rabia, incapaz de desarrollar afectos, despreocupado por los derechos de los demás y en constante conflicto con las normas sociales, más no como un criminal patológico, ya que no lo consideraba como un trastorno de la personalidad. Más adelante, Robert D. Hare, quien es otro importante exponente del tema, tomó los postulados de Cleckley y los aterrizó en la que hoy día es la más aceptada teoría sobre psicopatía. Para Hare, la psicopatía sí es un trastorno de la personalidad, delimitado por la indiferencia y la violación de los derechos de los demás, la manipulación, agresividad e irresponsabilidad, y se caracteriza por la presencia de rasgos como: 

  • Locuacidad y encanto superficial.
  • Sentido de grandiosidad.
  • Mentiras patológicas.
  • Estafa y manipulación.
  • Ausencia de culpa y remordimiento.
  • Afecto superficial.
  • Falta de empatía e insensibilidad afectiva.
  • Incapacidad para aceptar la responsabilidad de los propios actos.
  • Necesidad de estimulación constante y propensión al aburrimiento.
  • Estilo de vida parásito
  • Ausencia de metas realistas a largo plazo.
  • Impulsividad.
  • Irresponsabilidad.
  • Pobre autocontrol de los impulsos.
  • Problemas tempranos de conducta.
  • Delincuencia juvenil.
  • Revocación de la libertad condicional.
  • Versatilidad criminal.
  • Conducta sexual promiscua
  • Frecuentes relaciones maritales de corta duración.


Dicho esto, ¿qué tanto se asemeja el perfil del psicópata hollywoodense a la realidad? Lo cierto es que a grandes rasgos muchos parecen encajar a la perfección. Si se toma como referencia a Patrick Bateman, el millonario galán de American psycho, este posee gran parte de las características descritas por Hare; es alguien locuaz, con encanto social, mentiroso manipulador y con un indiscutible delirio de grandeza, pero carece de una pieza clave, y es la ausencia de sentimiento de culpa, ya que al final del filme se puede ver como colapsa por el peso de sus crímenes. La ausencia de culpa es una de las piezas fundamentales en la conducta psicopática, tanto así que estudios con neuroimágenes muestran la reducción de materia gris en áreas cerebrales relacionadas a la culpa, como el área prefrontal ventromedial (vinculación emocional asociada a experiencia de premio y castigo), la amígdala (control emocional) y el núcleo estriado (regulación de impulsos y búsqueda de recompensa) en pacientes con altos índices psicopáticos. 

En este sentido, uno de los mejores psicópatas planteados por el cine es el asesino a sueldo de No Country for Old Men, Anton Chigurh, para quien el homicidio es algo cotidiano y no siente ni pizca de remordimiento frente a sus víctimas. Sin embargo, Anton también carece de un rasgo característico: la inclinación hacia un determinado tipo de víctimas. Por ejemplo, trayéndolo a la realidad, Ted Bundy se enfocó en mujeres jóvenes, o Jhon Wayne Gacy en niños, entonces ¿cómo se le llamaría a Anton? Bien, en términos clínicos Anton entraría a tener desorden de personalidad antisocial, y es que la psicopatía como tal no es un diagnóstico clínico, sino que entra dentro de dicho desorden. Para muchos autores (entre esos Hare), Anton sería un sociópata, cuya descripción es casi idéntica a la de la psicopatía, pero con un odio generalizado a la sociedad, en vez del específico hacia un tipo de víctimas que ya mencionamos, aquí también se habla de la inclinación sexual de los crímenes presente en la psicopatía pero no en la sociopatía. Dentro de este canon de sociópata entran otros famosos asesinos del cine como The Joker, Alex DeLarge y el mismísimo Travis Bickle. 

Para concluir, Hollywood ha presentado una amplia gama de personajes con marcados rasgos psicopáticos, algunos muy bien construidos y aterrizados en la realidad como Henry en Henry: Portrait of a Serial Killer, y otros más cercanos a la ficción con intereses idílicos como John Doe en Se7en o Hayley Stark en Hard Candy, pero todos y cada uno representa la presencia indiscutible de la psicopatía en la cotidianidad. 

 

Autor: Cristian Eduardo López Benítez


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