El lugar seguro

Hay situaciones en las que el malestar es tan intenso que no sabemos hacia dónde ir ni cómo lidiar con ello. Buscamos mil mecanismos, recursos y herramientas que de alguna manera puedan favorecer y facilitar que nuestro malestar disminuya y vaya en detrimento; buscamos estar acompañados, pedimos a alguien que nos escuche, cuestionamos nuestro propio pensamiento, etc. Si bien es cierto que eso puede ayudarnos, en algún momento todos hemos necesitado desaparecer. Ofrecernos la oportunidad de aceptar el dolor que vivimos es también un recurso necesario y adaptativo. Y, en muchas ocasiones, tratamos de encontrar nuestro lugar para poder lidiar con ello. 

• Ese lugar que representa la paz y la calma en un momento donde la debilidad, el sufrimiento y la incertidumbre invaden nuestro ser.
• Ese lugar hacia donde corremos cuando las cosas no van como esperamos.
• Ese lugar donde nos refugiamos infinidad de veces cuando el miedo nos bloquea.
• Ese lugar donde parece que todo lo negativo de lo que nos ocurre no es tan grave.
• Ese lugar que, muchas veces, hace que todos los males desaparezcan en cuanto ponemos un pie ahí.
• Ese lugar donde predomina el silencio y la libertad de poder expresar, de la manera que cada uno crea conveniente.
• Ese lugar donde hemos estado solos o, en ocasiones, acompañados.
   

Ese lugar seguro. Cada uno de nosotros se siente cómodo, a gusto y bien en un lugar que hemos construido a base de experiencias, sensaciones, emociones y vivencias. Es bueno e importante que cada uno de nosotros conozca las características de ese lugar en el que podemos refugiarnos cuando más lo necesitamos. En ocasiones es el mismo en el que nos hemos protegido desde pequeños; otras, es un lugar diferente dependiendo del malestar por el que estamos transitando. 

Y, dime... ¿Has encontrado ya tu lugar seguro?