La poca visibilidad de las personas bisexuales en los movimientos LGBT puede deberse a que gais y lesbianas tampoco se salvan de formar parte de la cultura binaria que cree que el mundo se divide en dos.
La poca visibilidad de las personas bisexuales en los movimientos LGTBIQ+ puede deberse a que gais y lesbianas tampoco se salvan de formar parte de la cultura binaria que cree que el mundo se divide en dos. “¿Pero qué te gustan más: los hombres o las mujeres?” o “¿No será que en el fondo eres homosexual y te cuesta reconocerlo?”. Estas son dos de las preguntas que con mayor frecuencia reciben las personas bisexuales, aquellas que sienten atracción sexual y afectiva tanto por personas de su mismo sexo como del opuesto.
El mundo está tan diseñado para ser o estar de un lado o del otro (hombre o mujer, bueno o malo, sí o no, blanco o negro…) que, en ciertos escenarios, cuesta reconocer y legitimar lo que se sale de allí, lo que no es de aquí ni de allá, como una orientación sexual que no es homosexual ni heterosexual. Incluso, hay papás que cuando uno de sus hijos les dice que es bisexual, se aferran a la idea de que se trata de un estado provisional o de una etapa de confusión que pronto superarán. “Apenas tenga una novia (si es hombre) o un novio (si es mujer) se le pasará”, dicen. Y ese “se le pasará” significa que su hijo terminará por ajustarse a la heterosexualidad, nunca a la homosexualidad.
Las personas bisexuales suelen ser percibidas como “indecisas” en un mundo donde “ser decidido” es una de las claves del éxito. Según Rubén Campero, licenciado en psicología y sexólogo especialista en género y diversidad sexual, radicado en Montevideo (Uruguay), esta creencia conduce a que las personas bisexuales sean señaladas como “inmaduras”, entendiendo la madurez como un destino final al cual se llega para ser “normales”.
En ocasiones, también son calificadas como “homosexuales de clóset” o incapaces de reconocer que les atraen las personas de su mismo sexo. De hecho, nunca son “sospechosas” de heterosexualidad sino siempre de homosexualidad. No obstante, en la adolescencia o en aquellas culturas donde la homosexualidad es fuertemente censurada, algunas personas dicen que son bisexuales para “matizar” el estigma que les traería identificarse como homosexuales.
“En estos casos, presentarse como bisexual es visto como parte de un proceso de asimilación de una orientación sexual cuestionada como la homosexual. Sería la manera en que alguien que siente atracción por personas de su mismo sexo, empiece a través de esta ‘mixtura’, a acostumbrarse a sí mismo y a los demás a su orientación sexual”, señala Campero.
El proceso de construcción de la identidad -que nunca se acaba- es personal. Es posible que existan quienes se definen como bisexuales por miedo a salir del clóset o para abrirse a nuevas posibilidades de experimentación, pero esto no significa que todas las personas bisexuales sean en realidad homosexuales. Esto sería simplificar la realidad.
La bisexualidad existe y no es una etapa.
Las personas bisexuales, como muchas otras, pueden estar comprometidas en una relación monógama con un hombre o con una mujer. La mayoría de quienes se identifican como bisexuales sienten atracción por ambos sexos y pueden enamorarse de hombres y mujeres. “El problema radica en que ciertos sectores no legitiman su orientación sexual”. Incluso, algunos papás, les dicen a sus hijos bisexuales que, ya que les atraen hombres y mujeres, busquen parejas del sexo opuesto para evitarse problemas. El tema es que las personas bisexuales pueden enamorarse de un hombre o de una mujer.
En ocasiones, ni siquiera con su pareja las personas bisexuales pueden tomarse un respiro. Especialmente cuando sus parejas creen que ellas andan al acecho de cualquier ser humano y que, necesariamente, mantendrán relaciones paralelas con hombres y mujeres. “Está la idea de que quien tiene una pareja bisexual debe ‘cuidarse’ de hombres y mujeres, como si las personas bisexuales sintieran atracción sin filtro alguno. Además, una persona bisexual, como muchas otras, puede estar comprometida en una relación monógama”. Ahora, aunque la letra “B” de la sigla LGBT cobija a las personas bisexuales, incluso allí muchas veces son vistas con recelo. Esto puede deberse a que durante años el liderazgo de este movimiento estuvo en manos de hombres gais. Poco a poco y con esfuerzo, fueron sumándose otras identidades y orientaciones.
Sin embargo, la poca visibilidad de las personas bisexuales en este movimiento también puede tener su razón de ser en que gais y lesbianas tampoco se salvan de formar parte de la cultura binaria que cree que el mundo se divide en dos. Más allá de la discriminación que se viva y que permita cierta reflexión sobre la injusticia, ser gay o lesbiana no hace a una persona más "iluminada".
¿Una traición?
Por otra parte, en algunos casos el deseo sexual parece convertirse en una identidad que lleva a las personas a juntarse con quienes considera sus iguales y a evitar a quienes percibe como distintos. Para algunas personas gais y lesbianas, la bisexualidad permite introducir la heterosexualidad, de manera peligrosa e incoherente, en un espacio en el que hay una necesidad de diferenciarse.
Algunas personas bisexuales tienen una perspectiva diferente de las luchas de gais y lesbianas. En este contexto, la bisexualidad podría verse, incluso, como un “peligro” o una “traición” a la lucha que implica construir una identidad por fuera de un sistema que establece la heterosexualidad como lo correcto y estigmatiza la homosexualidad. En todo esto, también ha influido el hecho de que en series y películas se haya presentado millones de veces la primera cita entre un hombre y una mujer.
Sin embargo, el número de películas de temática gay que actualmente existe es de lejos superior al disponible en los años 90. Los modelos sociales homosexuales han ido aumentando de manera considerable. ¿Por qué no sucede lo mismo con la bisexualidad? Según el más reciente informe del centro de investigaciones Pew Research Center, en una muestra de 1.200 personas LGTBIQ+, solo un 20 por ciento de las bisexuales afirmó que su orientación sexual es parte importante de su identidad, mientras que un 48 por ciento de hombres gais y un 50 por ciento de mujeres lesbianas la consideran importante.
Finalmente, la bisexualidad está entre dos mundos. Si en algún momento un hombre bisexual tiene como pareja a una mujer, es calificado por el resto de la sociedad como heterosexual, quedando invisible su atracción erótica y afectiva por los hombres. Y si sale con un hombre, es interpretado como homosexual, quedando de lado su atracción por las mujeres. Hasta las personas que se construyen de acuerdo con la norma heterosexual, aquellas que se consideran “normales”, también están atrapadas en clósets y cumpliendo mandatos.
Por ahora, el reto está en no esperar la aceptación y el reconocimiento del otro. Cada quien tendrá sus propias ideas sin que esto implique que la bisexualidad sea una característica negativa. El reto es simple: ser quien cada uno es.
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