Hay algo bueno por lo que vale la pena luchar

Existen días de todo tipo. Existen aquellos en los que te apetece reír, llorar, gritar.. Y otros en los que simplemente te apetece estirarte en la cama y contemplar el techo que te protege de cualquier tormenta.

Habrá momentos buenos y otros no tan buenos. Momentos en los que el cansancio, la apatía o la indiferencia ganen la partida.

Y querrás cambiar, con todas tus fuerzas, el rumbo de aquellos en los que no te sientas del todo completo. Invertirás todo tu tiempo en intentar cambiar a la fuerza aquellos pensamientos que invadan tu cabeza y que no te permitan sentirte bien o avanzar. Dedicarás todo tu esfuerzo en luchar contra todo ese malestar. Y posiblemente acabes rindiéndote y sintiendo frustración cuando sientas que nada te sirve para superar esa situación. Intentarás que, lo que empieza siendo una sensación efímera de desgana, acabe siendo eso. Pero probablemente esa sensación te acompañe horas, días e incluso semanas.

Tener días de ese tipo y sensaciones de malestar está bien, es lícito y debes permitírtelo. Lo importante es intentar encontrar el motivo de porqué esa emoción es la protagonista pero no debes fustigarte ni culparte por ello. No cada día vas a despertar con ganas de comerte el mundo y eso es normal. 

Alíate a esa emoción y explora cuál puede ser lo que la está causando. Escribe lo que sientes e intenta comprender que tipo de pensamientos acompañan esos sentimientos. Explora lo que te ocurre y entiende cuál es tu situación actual. 

Entender nuestra circunstancia en un momento dado es lo que nos va a permitir encontrar los recursos y herramientas que nos ayuden a sentirnos mejor. 

Permítete un parón, frena, piensa que es aquello que más te llena y cuando vuelvas a tener fuerzas, ve a por ello.

Detrás de todo lo que parece ser un pozo negro sin fondo, hay algo bueno por lo que vale la pena luchar.