Cómo manejar el miedo

El miedo ahoga. Paraliza. Bloquea. El miedo nos hace sentir incapaces. Inseguros. Inestables. El miedo nos lleva a dudar. Vacilar. Titubear. El miedo nos acompaña. Nos persigue. Y no se rinde. 

La mayoría de las veces, observamos y vivimos nuestros miedos como un monstruo que hay que derrotar. Luchamos contra ellos con toda nuestra fuerza e intención creyendo que así es como van a transformarse en algo mínimo por lo que no hará falta preocuparse. En ocasiones también tratamos de escondernos creyendo que no nos encontrarán de nuevo. Cerramos los ojos pensando que así no es necesario ponerse manos a la obra y trabajar todo lo que el miedo activa en nosotros mismos. Huir del miedo no es una solución funcional ni adaptativa. Cuánto más evitamos, más grande es su tamaño y más tiempo estará presente. 

Trata de identificar qué te da miedo. Hazlo concretando; cuántos más detalles conozcas sobre tu miedo, más fácil te va a resultar trabajarlo. Analiza hasta qué punto es un miedo real o, de lo contrario, se basa en una creencia falsa sobre la realidad que estás viviendo o algo que tiene que ver con la anticipación y el futuro que todavía no ha llegado. Ponle palabras a todo lo que te inquieta, preocupa o incómoda. Verbaliza y comparte tus miedos para aliviar el peso que sientes respecto a ellos. 

Y exponte. Vencerás tu miedo cuando te pongas frente a él, le mires a los ojos y experimentes que eres capaz de afrontarlo y que, nada de lo que anticipabas que iba a ocurrir ocurre. La confianza en ti mismo/a crecerá, la seguridad que ganes en cada una de esas exposiciones cada vez será mayor y las anticipaciones que realices de situaciones futuras dejarán de estar teñidas de tanta negatividad.