El síndrome de la cabaña, el cual suele aparecer tras una estancia prolongada en un lugar cerrado durante varios días seguidos, tiene mucha relación con todo esto.
El síndrome de la cabaña, el cual suele aparecer tras una estancia prolongada en un lugar cerrado durante varios días seguidos, tiene mucha relación con todo esto.
Actualmente, como consecuencia de la situación de alarma sanitaria que estamos viviendo por el COVID-19, hemos salido a la calle simplemente para realizar las tareas más básicas y hemos pasado la mayor parte del día en casa. Algunas personas ni siquiera han salido a la calle para absolutamente nada.
Además de esto, son varios factores los que pueden influir en que nos veamos afectados por este síndrome de la cabaña.
Uno de los principales es la sobreexposición a las noticias. La información es un arma de doble filo. Nos puede ayudar a conocer mejor lo que ocurre, pero si no la sabemos dosificar o gestionar bien, puede acarrearnos diversos problemas. Es una fuente de alimentación para nuestra ansiedad y para nuestro miedo, si no se controla adecuadamente.
El miedo es una emoción primaria y tiene como función garantizar nuestra supervivencia. Sin él, nos habíamos extinguido como especie hace muchos años.
En el caso del coronavirus, es una amenaza real que está matando a miles de personases en el mundo, por lo que el miedo se activa para que nos protejamos.
Se convierte en un problema cuando este miedo es muy intenso, duradero y viene acompañado de otros síntomas y comportamientos, como el de evitar salir.
Recordemos, que el virus no ha desaparecido ni existe vacuna, esto incrementa la inseguridad y la incertidumbre y a su vez, el miedo y la ansiedad.
A todo esto, se le añade otra emoción: el enfado. El ver como hay personas que no respetan las normas y no son conscientes del peligro que supone sus conductas en ellos y en los demás, nos genera ira y frustración. Y con ello, perdemos la esperanza de que las cosas vayan a mejor y poder salir con tranquilidad y sin peligro.
Todo esto lleva a que asociemos la calle a peligro y percibamos nuestra casa (donde tanto tiempo hemos pasado últimamente) como el único lugar seguro.
Tras tantas semanas de confinamiento, nuestro cerebro se ha habituado a la seguridad de nuestro hogar.
Queremos ayudarte a superar los problemas generados por el coronavirus. Si nos aportas más información sobre tu
situación podremos entender mejor qué la provoca: