Autor:
Ana Viladomiu Jover
¿Cuántas veces has escuchado esta palabra? ¿Cuántas veces tu manos han temblado al oírla? ¿Cuántas veces has sentido miedo al conectar con la posibilidad de recaer?
Una recaída se define como un regreso a los patrones de comportamiento y pensamiento típicos que ya se habían superado. Significa volver al estado anterior de la recuperación.
En psicología es importante tener cuidado con el contexto, el formato e incluso el momento en el que se utiliza esta palabra, además de conocer bien a la persona que tenemos delante. La mayoría de las veces aquel que la escucha tiende a alarmarse. Relaciona esa palabra como algo negativo y la frustración se pone en marcha. Parece que se hable de fracaso y la culpa empieza a asomarse.
El camino hacia la mejora es cambiante y pueden aparecer piedras y otro tipo de obstáculos que debemos saltar y/o esquivar. Y, posiblemente, alguno de esos impedimentos nos pone a prueba de tal manera que nos es imposible superarlo. Las caídas y los tropiezos no implican fracasar ni mucho menos tener que volver a empezar. Somos humanos y, en ocasiones, lo que nos encontramos a nuestro paso puede con nosotros. Las dificultades nos demuestran que estamos en el camino en el que queremos estar o que consideramos importante tomar. Piensa que si alguien utiliza esa palabra para describir el momento presente de tu camino es porque, hasta ahora, lo que has estado haciendo es mejorar y/o avanzar. La recaída no aparece sola sino cuando hay progreso.
Agarra una hoja de papel y anota con qué dificultades te estás encontrando en el día a día. Normaliza que eso puede ocurrir y acepta que la vida no es de color de rosa. Analiza las características de esas dificultades, cuándo aparecen y qué crees que las provocan. El obstáculo no desaparecerá pero quizás así puedas descubrir alternativas diferentes para hacerle frente.
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