La ansiedad no es más que un sentimiento de nerviosismo, inquietud, temor y preocupación por situaciones que pueden ocurrir o están a punto de ocurrir.
Ya ha pasado más de un año desde que fue declarada la pandemia a nivel mundial motivada por el coronavirus, y el mundo entero se vio en la necesidad de adaptarse y aprender a vivir, trabajar y estudiar, sin salir de sus hogares, incluso sin poder tener contactos con muchos familiares, amigos y compañeros.
Por otra parte, esta situación ha permitido a los miembros de muchas familias conocerse a sí mismos y a las personas con las cuales siempre han convivido en el hogar de manera más profunda.
Sin embargo, el Covid-19 también ha hecho que se manifiesten problemas como la depresión y ansiedad en muchas personas. La fatiga generada por la pandemia es una experiencia que ocasiona síntomas muy desmotivadores, además de una gran sensación permanente de incertidumbre que viene acompañada de depresión y ansiedad.
La ansiedad no es más que un sentimiento de nerviosismo, inquietud, temor y preocupación por situaciones que pueden ocurrir o están a punto de ocurrir. El cuerpo humano presenta este mecanismo para hacer frente a cualquier peligro y sobrevivir a este. Psicológicamente, ante la presencia de nuevas experiencias o potencialmente peligrosas, el estrés aumenta de nivel y activa todas las herramientas y recursos propios para facilitar la supervivencia propia.
Muchos especialistas en el área de la salud mental expresan que la presencia de este virus en el mundo puede ocasionar un daño inmenso, pues el sistema de ansiedad de las personas estará en modo muy activo para impedir que nos enfermemos. Pero si este estrés se mantiene por largos periodos de tiempo puede ocasionar problemas de insomnio, de alimentación, cambios de estado de ánimo y cansancio crónico.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la fatiga pandémica consiste de una serie de síntomas originados por el virus de la Covid-19 y también de las consecuencias que este virus y la pandemia han generado a nivel mundial.
Un gran porcentaje de la población mundial padece de fatiga pandémica. Son muchos los meses en los que se ha enfrentado este problema del coronavirus, cambiando nuestros hábitos de vida, introduciendo en nuestra cotidianidad las mascarillas, el lavado permanente de las manos, el distanciamiento social, el confinamiento en casa por un largo periodo de tiempo, transformando todo lo que era normal hace un año en algo extraordinario en la actualidad.
Toda esta nueva realidad puede hacer sentir a las personas mucha desmotivación, sensación de incertidumbre permanente, desencadenando mucha ansiedad y depresión. En muchos países a nivel mundial la población presenta síntomas de depresión que van de moderados a graves, que de igual manera deben seguir abordando las recomendaciones de prevención y protección contra este virus.
Esta fatiga pandémica es el resultado de tantos meses de incertidumbre y cambios de hábitos de la vida como la conocíamos. Este aislamiento, el miedo al contagio, el aburrimiento, la rabia, las quejas persistentes, afectan a un gran número de personas a nivel mundial, ocasionando mucho sufrimiento y, en consecuencia, una alteración importante de su salud mental por la presencia de tristeza, ansiedad, apatía, desánimo y mucha desesperanza con respecto al futuro.
Por otra parte, según varios estudios las personas que se han contagiado de Covid-19 y se han recuperado quedan con un estado prolongado de cansancio, sumado a los síntomas normales y habituales como fiebre, tos, entre otros. Si bien es cierto que la situación a veces no parece mejorar o avanzar, se debe saber cómo manejar este estado que se está viviendo de la siguiente manera:
- Cuidando los pensamientos: Los pensamientos tienen el dominio de crear emociones y conducir a la persona actuar y comportarse de determinada manera. Por ello, es necesario seleccionar y elegir bien lo que pensamos en cada instante. Esta práctica puede parecer difícil o imposible, pero debemos ser capaces de identificar el o los pensamientos que te hacen daño y cambiarlo o transformarlo por uno positivo que sea más provechoso y proporcione emociones con carácter adaptativo. Con la terapia cognitiva se pueden educar los pensamientos, para lograr que el paciente se haga consciente de lo que pasa por su mente y tenga la capacidad de adaptarse a cualquier situación.
- Cuidando las emociones: Los pensamientos de tipo negativos, generan emociones intensas que generalmente lo mejor es aceptarlas, aun cuando no nos gustan, las emociones aparecen en el escenario, pero hay que poner toda la atención en aquellas emociones que son reiteradas e intensas y que perduran por largos periodos de tiempo en la mente. En este caso, lo más recomendable es establecer cambios de hábitos y muy importante buscar ayuda profesional.
- Realizar actividades placenteras: En el actual ambiente, entorno y contexto que estamos viviendo resulta difícil hacer actividades que nos gusten sin dejarse atrapar por la apatía, sin embargo, las actividades que nos producen placer son los fundamentos para un buen estado de ánimo. Pueden llevar a cabo actividades sencillas, que no necesiten de mucho esfuerzo y que se puedan llevar a cabo todos los días.
- La persona no se debe aislar: El distanciamiento social no implica que debas aislarte. Se deben mantener el contacto familiar y de los amigos cercanos mediante teléfonos celulares o tecnologías de comunicación.
- Administrar el consumo de información: En las redes sociales, prensa, entre otros, la información referente al coronavirus es sofocante; en este sentido, debemos ser capaces de seleccionar conscientemente la información que queremos recibir, algunas veces fijándonos horarios para ver noticias.
Queremos ayudarte a superar los problemas generados por el coronavirus. Si nos aportas más información sobre tu
situación podremos entender mejor qué la provoca: