Se entiende a la violencia de género como todo acto que resulte o tenga como resultado un daño físico, psicológico o sexual hacia la mujer, ya sea en la vía pública o privada.
Se entiende a la violencia de género como todo acto que resulte o tenga como resultado un daño físico, psicológico o sexual hacia la mujer, ya sea en la vía pública o privada. Existen varios ámbitos en los que se puede llevar a cabo estos tipos de violencia, pero ahora vamos a centrarnos en la Violencia Doméstica o Intrafamiliar. Por definición, la violencia Doméstica o Intrafamiliar es aquella que se da dentro de un grupo de convivencia, donde el agresor es el esposo o conviviente de la mujer. La misma puede llevarse a cabo a través de malos tratos, ya sea de forma psicológica (celos, humillación, control, amenazas), física (tirones de pelo, empujones, golpes de puño, patadas), económica (retención del propio dinero o robo del mismo) o sexual (tener relaciones sexuales no consensuadas).
Leonore Walker, psicóloga, educadora estadounidense, introduce el término “Ciclo de la Violencia de Género” en su libro «The Battered Woman» en 1979, para explicar las diferentes fases que atraviesa la mujer que se encuentra en situación de Violencia Doméstica o de pareja. El ciclo está conformado por tres etapas secuenciales: Fase de acumulación de Tensión, Fase de Explosión y Fase de Luna de Miel.
Fase de Acumulación de Tensión. En esta fase, prevalece un aumento de tensión entre las partes involucradas, donde se pueden dar algunas incongruencias y malos entendidos. Existen situaciones incómodas, el agresor intenta manipular a la mujer a través de la violencia psicológica. Se manifiesta a través de amenazas, de “llamadas de atención” por parte del agresor hacia la mujer para que no tenga ciertas conductas. También es muy frecuente que aparezca un extremado control psicológico por parte del agresor. Es habitual que la mujer intente complacer a su pareja para evitar tener problemas. Es común que la víctima intente minimizar o justificar las conductas del agresor.
2 - Fase de Explosión. La intensidad de las agresiones psicológicas se agudizan y se da como resultado la descarga de tensión, a través de la agresión física. Aumentan los episodios abusivos, y se pueden dar abusos sexuales, psicológicos y físicos. En este caso, la mujer intenta focalizarse en sobrevivir, utilizando diferentes tácticas para alivianar estas situaciones, como acceder a tener relaciones sexuales, mostrarse amable y servicial para tranquilizar al agresor, e incluso amenazar con abandonarlo si no disminuyen los malos tratos. Es frecuente que en esta fase las mujeres se animen a denunciar.
3 - Fase de Luna de Miel. Aquí el agresor muestra arrepentimiento por los episodios abusivos, e intenta recuperar el vínculo a través de promesas, regalos, invitaciones a salir y muestras de afecto. La mujer intenta confiar en todas estas pruebas de su arrepentimiento, y pone toda su voluntad para que el vínculo funcione. Estos comportamientos agradables por parte del agresor constituyen un refuerzo positivo para las mujeres, debido a que observan el lado positivo de la relación e incrementa la esperanza y deseo de que el agresor cambie. Si la mujer le da otra oportunidad al agresor, es posible que esta reconciliación se dé por medio de una gran tensión, lo que permite la vuelta a la primera fase. Es importante tener en cuenta que, una vez surgido el primer episodio de maltrato y atravesado este ciclo de violencia, es posible que aumente la probabilidad de nuevos episodios. Estos episodios se darán por motivos cada vez más insignificantes, y los abusos serán cada vez más violentos. Con el paso del tiempo, este ciclo se irá cerrando cada vez más, y la manipulación será tal, que la mujer perderá los recursos psicológicos para afrontar esta situación de violencia.
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