El aburrimiento en la pareja

¿Cuántas veces te has aburrido con tu pareja? ¿Cuántas veces has intentado luchar contra la rutina sin lograrlo?¿Cuántas veces has considerado el aburrimiento un motivo para dejar la relación? 

En todas las parejas existen altibajos. Si una pareja nunca tiene conflictos significa que todos los problemas se están ocultando. Es idílico pensar que siempre vamos a estar felices. A diferencia de lo que ocurre en la primera fase del enamoramiento, donde lo único que deseamos es pasar tiempo con la persona y lo ponemos por delante de cualquier otra responsabilidad, compromiso o quehacer, con el tiempo llegamos a un equilibrio donde encajamos diferentes áreas de nuestra vida (hijos, amigos, trabajo, familia, etc.). En ocasiones esto puede coincidir con el inicio de ciertos altibajos. Cuando aparecen los problemas lo importante es que exista comunicación y se ponga sobre la mesa lo que está ocurriendo. 

Muchas veces la rutina y olvidarnos de ese tiempo de “novios” es el principal conflicto. La rutina nos lleva al aburrimiento. Cuando conectamos con la tranquilidad de tener al otro o de saber que el otro está con nosotros bajamos las defensas y eso implica que a veces no somos tan creativos, no proponemos tanto, hacemos mucho más lo que nos gusta y nos ponemos en una posición mucho más egoísta en la relación. 

Tratar de no perder los detalles con la pareja puede ayudarnos a mantener viva la relación. Tener tiempo para uno mismo también es clave para garantizar el bienestar individual y el de la pareja. Compartir tiempo con otras parejas puede ayudar a que sea divertido y más dinámico. Pedir ayuda y trabajar con un profesional que modere el diálogo entre los miembros de la pareja y les facilite una comunicación sin miedo, culpas, juicios o machaques continuos también es una posibilidad que nos permite salvar esa dinámica en la que podemos vernos inmersos. Prestar atención a cuánto y a qué le estamos dedicando el tiempo y valorar cuánto de eso le estamos dedicando a nuestra pareja nos ayuda a ser conscientes de qué estamos haciendo nosotros para cuidar eso que tenemos.