Niños malcriados, ¿Qué puedo hacer?

Problemas de familia

Niños malcriados, ¿Qué puedo hacer?

El hecho de no contar con límites y normas es el origen común en los niños malcriados.

Psonríe Autor: Psonríe

Hoy en día las frases que más repiten los padres están relacionadas con niños malcriados. Aunque se esfuercen en poner en práctica todos sus conocimientos y habilidades, no llegan a tener éxito. 


Ante este escenario, la educación parece desmoronarse a través del tiempo sin que los esfuerzos por reparar este destino tengan resultados, solicitar apoyo a expertos en el área es la solución más adecuada, siempre y cuando, se utilicen las herramientas apropiadas, se podrán obtenerlos cambios deseados. 


El hecho de no contar con límites y normas es el origen común en los niños malcriados. Sin embargo, también pueden surgir elementos que favorezcan este comportamiento. 



Colocar límites permanentes 


Para reparar la conducta de los niños malcriados, los límites permanentes en su aplicación y sensibles en el entorno son necesarios. Es decir, los límites son efectivos cuando representan una referencia para el niño, que duplican su valor cuando entiende que están para impedir que ingrese a zonas en las que existen riesgos o amenazas. 


La Asociación Española de Pediatría, indica que este comportamiento se encuentra relacionado con el aislamiento. Por lo general, en contextos difíciles, es usual aprobar que los niños sobrepasen los límites o intentar remediar la molestia con bienes materiales o permisos. Una actitud que puede ser muy delicada cuando los cambios a los propios límites terminan desapareciendo. 



Más importante es el refuerzo que el castigo 

Numerosos niños (malcriados o no malcriados) no saben que en su actuación hay una fracción positiva. Esto llega a suceder porque solo tienen atención cuando no se portan bien, pero cuando su conducta es buena, reciben como castigo la indiferencia de sus seres queridos. Por esta razón, comúnmente se portan mal para tener la atención que desean, aunque no sea de la manera que mas les guste. 


Adicionalmente, cuando el niño recibe un refuerzo por una buena conducta incompatible con un mal comportamiento por ejemplo, se reconoce lo conforme que se ha manejado el disgusto con su hermano (una actuación no compatible con agredirle o insultarle), está siendo educado de dos maneras valiosas: aprende qué se debe hacer y qué no. En definitiva, obtener un refuerzo por una iniciativa personal contribuye a fortalecer su confianza y autoconcepto. 


Al momento de empezar con los refuerzos, no importa si el buen comportamiento es una acción muy pequeña. Lo significativo es que esta manera de educar se empiece a imponer sobre el castigo. El primer resultado es que la dinámica cambie, es beneficioso valorar todas las iniciativas como: ponerse a hacer sus obligaciones sin que nadie se lo ordene, arreglar su habitación, darle un abrazo a un hermano y apagar la televisión cuando correspondía. 


Por otra parte, esta forma de educar es también más positiva para los padres. La posibilidad de recompensar a un hijo produce más satisfacción que aplicar castigos y observar el sufrimiento del niño. 



La disciplina es factible con el amor 

Los padres pueden perder la paciencia cuando tienen niños malcriados. No obstante, ante este escenario debe prevalecer el autocontrol en el adulto, aunque puede ser difícil, sobre todo, si los padres acaban de llegar del trabajo, están cansados o no han tenido un buen día. Por este motivo, indicaremos algunas estrategias que se pueden aplicar paulatinamente: 


Los niños requieren el afecto incondicional de sus padres (no se negocia el amor): para eso La Asociación Española de Pediatría recomienda la educación basada en el refuerzo. 


Alentarlos a que se manifiesten: los padres suelen decirle a los niños malcriados frases como: “cállate”, “no me gusta cómo te portas” o “basta”. Pero, si se les anima a manifestarse se podrá conocer la mejor manera para ser escuchados. Educándolos indirectamente para que conozcan que hay mejores maneras de comunicarse que los gritos o la violencia.


Si se encuentran muy enojados, es recomendable no relacionarse ni comunicarse, explicándoles a los niños que cuando se tranquilicen, podrán conversar para que expresen sus emociones y sentimientos. 


El chantaje emocional no es amor y mucho menos disciplina. Darles un premio a los niños para que cambien su comportamiento será una estrategia que ocasionará muchos inconvenientes. Asimismo, se les estará enseñando a relacionarse de una manera que no es sana. 



No son felices los niños malcriados 

Si los padres emplean estas estrategias, tal vez  lleguen conocer por qué los niños son malcriados. Un comportamiento deja de presentarse cuando no existe la motivación que lo impulsa o cuando hay otras conductas que luchan y por las que hay un el interés mayor. 


La educación, la tecnología, los recursos y el conocimiento avanzan. En este sentido, educar a los niños no ha dejado de ser un desafío, pero la realidad es que actualmente se cuenta con el conocimiento para que los resultados de este proceso no generen niños malcriados. 


En resumen, debe saberse que el amor incondicional es compatible con la disciplina. Que el afecto y la escucha activa no están en conflicto con el respeto y el compromiso hacia las normas y, que la educación nos desafía a movernos con inteligencia en ella. 
 

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