La convivencia en pareja supone ciertos retos y demandas que han de negociarse para poder convivir en armonía; sin embargo, cuando nacen los hijos, la pareja enfrenta otra transición que requiere el reajustar funciones y desarrollar habilidades.
Las relaciones de pareja suelen pasar por diversas transiciones que hacen parte del ciclo evolutivo familiar, dentro de dichas transiciones destacan las que ocurren al momento de formalizar la convivencia, ya que la convivencia en pareja supone ciertos retos y demandas que han de negociarse para poder convivir en armonía, sin embargo, cuando nacen los hijos, la pareja enfrenta otra transición que requiere el re ajuste de funciones y el desarrollo de ciertas habilidades básicas frente al nuevo rol de padres sin dejar de lado el rol conyugal; dichas transiciones van ocurriendo a lo largo de todo el ciclo vital de los hijos, pues es diferente la transición de una pareja sin hijos a una pareja con hijos recién nacidos, adolescentes o adultos.
Sin embargo, sin importar la edad de los hijos, mientras la pareja se mantenga activa, esta misma experimentará diferentes tipos de conflictos que son recomendables de gestionar en forma distinta a la que se gestionaban en aquel momento cuando los hijos aún no habían nacido. Pues hoy en día, suele ser muy frecuente visibilizar ciertas dinámicas familiares que son caracterizadas por padres que inmiscuyen a los hijos en medio de los conflictos conyugales dentro de lo cual destacan diferentes dinámicas relacionales o “juegos familiares” que la psicología ha descrito:
Los padres que usan a los hijos como un medio para desahogar el malestar emocional que ha sido ocasionado por el otro cónyuge es decir por su padre o madre respectivamente, lo peligroso de esta dinámica es que el padre está incitando a su hijo a unirse a un bando y a oponerse al otro miembro, es allí cuando emerge la descalificación del rol de la figura materna o paterna infundada por comentarios que han sido transmitidos por medio de uno de los dos padres. Esto produce un sufrimiento en el hijo, ya que el tomar partido por alguno de sus dos padres implica un daño emocional para él, puesto que ambos le son figuras importantes y esto deteriorara o impactara en la cercanía emocional que el hijo pueda llegar a desarrollar con el padre que ha sido tildado como el malo.
Ambos padres acuden a su hijo para contarle las diferentes versiones de un suceso conflictivo ocurrido, lo cual supone una carga emocional para el hijo, ya que él mismo se atribuye el derecho de ser el mediador o conciliador ante las diferencias de sus padres y los problemas de comunicación, lo cual impactara profundamente al hijo en la medida que está asumiendo un rol que no le corresponde y le generará impotencia y frustración, pues si bien es cierto, cada ser humano posee la autonomía para decidir si solucionar un problema o no, y no se le puede delegar a un tercero dicha capacidad de decidir.
El hijo percibe ser “Invisible” en la medida que presencia todos los conflictos entre sus padres, sin embargo, posteriormente los padres hacen como si nada hubiera ocurrido, esto supone también un problema para el hijo en la medida que se le invita a reflexionar que de los problemas no se conversa, no se enfrentan y se dejan sin resolver.
Se recomienda que la pareja pueda establecer unos límites muy fuertes frente a los conflictos que emergen a nivel conyugal, y si ha de ser posible, mantener lo menos involucrado a los hijos, ni hacerles partícipes de decisiones u opiniones al respecto, pues esto es una forma de cuidar su salud mental en la medida que no se les entrega cargas que no les corresponde llevar y la pareja que es quien debe responsabilizarse de los problemas, ejerce su papel activamente en la resolución de estos mismos.
Y si en algún momento ha sido difícil establecer dicho límite, y los hijos han presenciado conflictos conyugales, es importante aclararles que no les corresponde tener conocimiento respecto a ello, así como también en algunos casos disculparse debido a lo que han podido ver, presenciar o escuchar por parte de la pareja.
Es supremamente importante destacar que cada miembro de la pareja es responsable y libre para darle continuidad a la relación conyugal, así como también es responsable de sus actos, palabras y reacciones y todo lo que esto mismo ha podido ocasionar en la relación, y es desde esta postura que se debe ejercer la solución de problemas, como algo propio de la pareja que no le corresponde ser delegado a los hijos, pues como se mencionó anteriormente esto únicamente traerá ansiedad, frustración, impotencia y la borrosidad de roles y figuras de autoridad en el hogar para los hijos que posteriormente podrá traer consecuencias en su desempeño social en otros contextos o incluso en el área sentimental de los hijos al replicar patrones aprendidos en casa.
Queremos ayudarte a superar los problema que existen en tu entorno familiar. Si nos aportas más información sobre tu
situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación: