Cómo salir de una depresión
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La depresión es un trastorno mental que afecta a nuestra forma de pensar y sentir, generando un sentimiento de profunda tristeza y desazón, ansiedad, así como una tendencia a alejarnos de las personas de nuestro entorno más próximo y una pérdida del interés por actividades que antes disfrutábamos o realizábamos de forma cotidiana.
Los síntomas de una depresión leve incluyen:
Los síntomas de una depresión moderada incluyen los ya descritos en el caso de una depresión leve experimentados con una mayor frecuencia e intensidad, principalmente en lo que respecta a las dificultades para conciliar el sueño, a la fatiga y a la anhedonia. Además, pueden surgir otros como la ausencia de deseo sexual, baja autoestima, los sentimientos de inutilidad o culpa y problemas de atención y concentración.
Los síntomas de una depresión grave comprenden los descritos en los casos de la depresión leve y la moderada, a los que hay que añadir además un sentimiento de malestar y desesperanza persistente que suele ir acompañado, en los casos más severos, de pensamientos autolíticos o de suicidio que requieren de atención psiquiátrica inmediata.
La depresión mayor o trastorno depresivo mayor es lo que comúnmente conocemos todos por depresión clínica y se caracteriza por un estado de ánimo bajo y persistente, acompañado de baja autoestima y pérdida de interés (anhedonia) por las actividades que normalmente se consideran agradables. Para su diagnóstico deben descartarse otras afecciones con sintomatología coincidente, como la distimia, el trastorno adaptativo con ánimo depresivo o el trastorno bipolar.
La depresión estacional o también conocido como trastorno afectivo estacional está relacionado con los cambios de estación, comenzando y finalizando generalmente en la misma época cada año. Los síntomas de tipo depresivo empiezan en otoño y persisten durante los meses de invierno, y típicamente incluyen: estado de ánimo decaído e irritable, malestar general, desmotivación, dificultades para conciliar el sueño y anhedonia.
La depresión endógena se diferencia del trastorno depresivo mayor que todos conocemos en las causas que le atribuimos: factores internos en vez de externos. Esto significa que las causas de este tipo de depresión serían endógenas y no exógenas, como pueden ser los acontecimientos vitales de la persona (la pérdida de un ser querido, una experiencia traumática, etc.). Los factores endógenos apuntan a determinados componentes genéticos, que podrían activarse más en otoño e invierno.
El trastorno distímico o distimia es un tipo de depresión más leve y persistente. Lo que la diferencia del trastorno depresivo mayor es su duración e intensidad: en la distimia, los síntomas se mantienen de forma continuada en el tiempo y el nivel de intensidad de los mismos es significativamente menor que en su “hermana mayor”. Con todo, para ser diagnosticada la sintomatología debe permanecer constante durante al menos 2 años.
La depresión y la ansiedad crónica se pueden solapar parcialmente: más de la mitad de quienes padecen cualquiera de estos problemas de salud mental presenta también el otro. En estos casos, se suele hablar de trastorno mixto ansioso-depresivo. Este cuadro clínico se caracteriza, principalmente, por un sentimiento de tristeza y ansiedad persistente, con una duración de al menos un mes. El resto de síntomas que surgen son muy similares a los de un cuadro depresivo típico.
Existen ciertos factores de riesgo que pueden propiciar que la depresión aparezca más fácilmente. Una de esas condiciones es la primera infancia, un periodo crítico para el desarrollo de la personalidad que no debemos descuidar para reducir las probabilidades de aparición en el futuro. Otro factor es la genética, que no podemos controlar. Y una tercera condición: nuestros hábitos de conducta y pensamientos. Las personas más optimistas, con fortaleza y resilientes son menos propensas a padecer este tipo de trastornos.
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