Resiliencia: capacidad de adaptarse a situaciones traumáticas

Qué es resiliencia

La resiliencia es la capacidad de resistir a las adversidades y recuperarse de los eventos más complicados de la vida. Aunque se equipara a la resistencia y la fortaleza mental, ser resiliente implica además trabajar a través del dolor propio y el sufrimiento emocional. Esto no significa que las personas no experimenten estrés y malestar, sino que tienen la capacidad suficiente para reponerse de experiencias traumáticas y recuperar la normalidad.

Características de las personas resilientes

Las personas que tienen más resiliencia o fortaleza para superar adversidades tienen las siguientes características:

Saber adaptarse a los cambios
Mantener la calma en situaciones estresantes
Saber gestionar las emociones
Ser realistas y mirar al futuro
Tener autoconfianza
Desplegar empatía y gratitud
Tener capacidad para motivarse
Apoyarse en las redes sociales de amigos y familiares
Ser reflexivo y disponer de un mundo interior creativo
Disponer de sentido del humor

Es importante y necesario potenciar nuestra resiliencia, es decir, la capacidad para superar una adversidad como la que vivimos actualmente debido a la pandemia por coronavirus. Y lo es porque hacerlo nos va a dar herramientas para manejar mejor nuestro estado de ánimo, para incrementar nuestra autoeficacia y mejorar las expectativas que tenemos de cara al futuro.

Incrementar nuestra resiliencia nos va a aportar beneficios significativos:

Calmar nuestra mente y entender lo que sucede.
Mantener el foco en lo importante
Conectar mejor con los demás
Mejorar la capacidad de introspección y autorreflexión
Reducir la autocrítica destructiva y reducir la impulsividad

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Los estudios indican que los niños resilientes suelen responder adecuadamente frente a situaciones conflictivas como un confinamiento, demostrando ser más flexibles y sociables que los adultos. Además, los niños con alta resiliencia presentan mayor capacidad para afrontar de forma constructiva experiencias críticas, para recurrir al apoyo de otras personas cuando es necesario, capacidad empática y buen sentido del humor.

Es importante que los padres eduquen a los niños para afrontar con resiliencia las experiencias negativas que van a ir encontrándose a lo largo de su vida. Cuando esto no ocurre y el niño tiene una baja resiliencia es más probable que reduzca la autoconfianza, que tenga dificultades para conectar con otros niños y muestre problemas de comportamiento y control de impulsos. En estos casos se recomienda solicitar ayuda psicológica para potenciar la resiliencia y las habilidades sociales del menor.

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Los niveles de resiliencia entre adultos suelen variar mucho y van a depender, sobre todo, de lo aprendido y adquirido a lo largo de los años de superación de las adversidades, así como de la carga genética favorable que una persona pueda tener. Con todo, 1 de cada 10 personas puede terminar desarrollando problemas graves, como un trastorno por estrés postraumático, después de una situación crítica o extrema.

En adultos, la ayuda de un profesional de la psicología puede ayudar a la persona a aceptar mejor su realidad y a mejorar las relaciones sociales. Un psicólogo nos puede guiar en la resolución de conflictos y orientarnos a la hora de establecer prioridades, cuidar de nuestras necesidades reales y aprender de los errores del pasado. En definitiva, con la ayuda de un experto en terapia podemos mejorar nuestros niveles de resiliencia.

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En la vejez la resiliencia es especialmente importante porque es una edad en la que se experimentan muchas pérdidas y se dan cambios psicológicos relevantes. El nivel de resiliencia, sobre todo en un contexto de confinamiento como el actual, es un factor protector frente a las adversidades y los procesos propios del envejecimiento, y además ayuda a estas personas a tener un mayor bienestar y calidad de vida.

Los adultos mayores también pueden beneficiarse de la ayuda psicológica, ya que va a brindarles herramientas para mejorar el control personal, incrementar su autoestima, potenciar el optimismo, gestionar eficazmente las emociones y aprender estrategias de afrontamiento útiles para sobrellevar con mayor fortaleza situaciones excepcionales y momentos críticos.

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Los profesionales que trabajan combatiendo al COVID-19 en primera línea sufren un gran desgaste emocional. En este colectivo, disponer y potenciar los niveles de resiliencia facilita la adaptación a los cambios y que puedan transformar el dolor en crecimiento y en algo positivo. La resiliencia, en definitiva, ayuda a estos profesionales a endurecerse frente al impacto psicológico de contextos extraordinarios y traumáticos, como lo está siendo esta pandemia.

Cuidar y potenciar la resiliencia es indispensable para todos los trabajadores que están en primera línea frente a la epidemia de coronavirus. La ayuda psicológica es una opción cada vez más demandada, ya que hablar con un psicólogo nos va a dar las claves para construir una personalidad resiliente y resistente a los golpes de las experiencias traumáticas que nos está tocando vivir y con las que deberemos lidiar en el futuro.

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Una experiencia traumática consume los recursos de la persona y disminuye su capacidad para actuar y gestionar el día a día. Cuando los niveles de resiliencia son bajos, la probabilidad de que se produzca un trastorno por estrés postraumático tras una situación crítica y excepcional se incrementa considerablemente. Por eso potenciar la resiliencia es un factor protector clave para prevenir esta patología y para poder resistir los embates de la vida.

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